viernes, 25 de noviembre de 2011

120 DÍAS DESPUÉS: ¿REVOLUCIÓN EDUCATIVA EN EL PERÚ?

En los últimos tres meses, he recibido no menos de quince invitaciones de núcleos de maestros y maestras que apoyan al actual Gobierno (desde una posición de “Gana Perú”), para hablar sobre la situación del magisterio y su rol en la revolución educativa.

La Coordinadora Magisterial Nacionalista, CNM (orgánicamente dentro del Partido, cuyo líder es el Presidente Ollanta Humala) también está discutiendo en todas las regiones del país sobre el Programa y la Estrategia de la Revolución Educativa en el Perú, para tomar decisiones en su Congreso Nacional en estos días (26 y 27 de noviembre).

En el último número de la especializada revista “Tarea” Nº 77, Nicolás Lynch -uno de los ideólogos de “Gana Perú”- ofrece una entrevista titulada La “revolución educativa” ya tiene Programa: El Proyecto Educativo Nacional (las comillas aparecen en la publicación).

A 120 días del Gobierno de Ollanta Humala: ¿De veras estamos en o ad portas de una Revolución Educativa en el Perú? ¿¡Una revolución pacífica, silenciosa, sin enemigos y que nadie la siente no resulta muy interesante!? ¿Una revolución educativa que da continuidad a muchas cosas de colegios mayores y emblemáticos, de formas de contratos y nombramiento… no está reconociendo que ya Alan García había iniciado esa revolución educativa? ¿Una revolución educativa que asume el Proyecto Educativo Nacional, PEN,  de manera parcelada y como punto de llegada y no como punto de partida, será la revolución por la cual muchos hemos luchado? ¿Las autoridades del Ministerio del Sector tendrán conciencia de que están dirigiendo una revolución educativa? ¿Es posible una revolución educativa sin revolución del conjunto social?

Julio Cotler en entrevista televisiva a Rosa María Palacios (19-10-2011) observa que el “Gran Cambio” se quedó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Ahora prima la “Hoja de Ruta” de la segunda vuelta señala el eminente sociólogo peruano, donde ya no se postulan grandes transformaciones sino “más de lo mismo”, con un importante componente adicional: “desarrollo con inclusión social”. Dentro de este marco, nos preguntamos: ¿la revolución educativa no se está reduciendo a una simple metáfora que encierra como riqueza y peculiaridad: un desarrollo educativo con inclusión social?


REVOLUCIÓN EDUCATIVA Y SU CONTENIDO


Una revolución no es un cambio cualquiera. La lenta transformación  del mono en humano, a pesar de ser un cambio radical, decimos que fue una “evolución de la especie”. La revolución supone cambios radicales, estructurales y más o menos rápidos. Los descubrimientos de la electricidad o de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) se constituyen en verdaderas revoluciones.

Los cambios en educación generalmente son más lentos. Por ello, una revolución educativa se da, cuando (en un plazo más o menos corto, digamos de una a dos décadas) de manera sincrónica:


·          Se cambian los Paradigmas (PA) en el modelo educacional;
·         Se modifican los Resultados (RE) del sistema educativo; y
·         Se alteran los Factores (FA) que determinan y/o condicionan los resultados.

Y quienes asumen esos tres cambios en los PAradigmas, REsultados y FActores (PAREFA) deben organizarse como SUJETOS de la Revolución Educativa (dirección y base de apoyo), diseñando y poniendo en marcha un PROGRAMA de la Revolución Educativa de manera sistemática
Y todo lo anterior debería darse en una marco más amplio de “Gran Cambio”. Es imposible una auténtica revolución educativa, sin un marco de revolución del conjunto social.

No todo cambio revolucionario -radical y más o menos rápido- es positivo. Por ejemplo, podemos decir que la bomba atómica revolucionó las armas de guerra, aunque ella tenga un sello negativo.

Desde una perspectiva popular, no todas las revoluciones educativas han sido positivas; pero no por ello debemos dejar de señalarlas como "revoluciones". Así tenemos que -en el último medio siglo, en nuestro país- hemos tenido dos reformas (revoluciones) educativas: (a) La progresista y trunca de Velasco Alvarado (1969-1974) y (b) La neoliberal en marcha desde 1990 hasta ahora (noviembre 2011). En ambos casos, se alteraron: los paradigmas de la educación; los resultados del sistema educativo; y los factores que determinan y/o condicionan el logro de los resultados establecidos. Toda revolución educativa, insistimos, debería conllevar cambios en PAREFA.


SUJETOS Y PROGRAMA DE CAMBIO


Poner en marcha, ahora, una reforma (revolución) educativa en el Perú supone tener un SUJETO COLECTIVO DE LA REVOLUCIÓN pero al mismo tiempo UN PROGRAMA CONCERTADO DE LA REVOLUCIÓN. Significaría iniciar cambios sustantivos y que puedan sostenerse en el tiempo en relación a: los Paradigmas de la educación; los Resultados del sistema educativo; y los Factores que determinan y/o condicionan el logro de los resultados establecidos. Desde nuestro enfoque: Si no se tienen Sujetos y Programa de cambios considerando los  PAREFA, no hay revolución educativa

La constatación que hacemos es que no hay un SUJETO COLECTIVO ARTICULADO DE CAMBIO.  Esto supone que existe una dirección afiatada y coherente -convicta y preparada profesionalmente y polìticamente- que toman las riendas de la revolución educativa; pero al mismo tiempo debería existir una base social  de docentes, estudiantes y padres-madres de familia dispuestos a realizar la Gran Transformación. La verdad es que no vemos esto, aunque existe un importante embrión de cambio a nivel de autoridades del MED y en algunas bases de la comunidad educativa. No se ha trabajado (no lo hemos hecho) la articulación de este sujeto colectivo de cambio

Tampoco tenemos un PROGRAMA DE CAMBIO; sin embargo, importa constatar  que también se tiene  un embrión de este Programa en el "Proyecto Educativo Nacional al 2021" (PEN), como en diversas propuestas de cambio ya validadas por docentes de base y también por algunas Direcciones Regionales de Educación (por ejemplo, el PCR de Puno).

Aún más, ya es evidente que se optó  por la "Hoja de Ruta". En las políticas globales y más específicamente en la política económica, los aplausos ya no vienen de los sectores populares (que votaron por Ollanta Humala), sino eufóricamente de los minoritario sectores que defienden al Gran Capital (que votaron en contra de Ollanta Humala). Todo hace ver que ya no tendremos un Gran Cambio, sino continuismo en el modelo macro social, con mejor atención a los sectores populares: Inclusión social, sin cambiar el modelo que justamente genera la pobreza y la exclusión. En estas circunstancias es muy difícil seguir hablando de una Revolución Educativa, dentro de un contexto donde no hay Revolución Macro Social.




PARADIGMAS DE CAMBIO

La constitución de Sujetos de Cambio y de Programa de Cambio debería tener ciertos referentes sustantivos, como prinicipios "sine qua non" . Son como los pilares de un modelo educativo,  ya que pueden darse modificaciones particulares sin cambios en el modelo. Por ejemplo, el Gobierno de Toledo modificó positivamente las remuneraciones docentes, pero sin alterar el modelo.
 
En esta oportunidad solamente me quedo señalando brevemente el cambio de 5 paradigmas que me parecen sustantivos:
·         La educación como derecho que se plasma en servicios educativos. Y no al revés (como lo es ahora)
·         La educación pública gratuita con absoluta hegemonía en todo respecto a la educación privada y rentista. Actualmente, en Educación Básica, lo público es decreciente; y en Educación Superior, el sector privado y lucrativo se ha impuesto;
·         La educación como una práctica de construcción social. Ahora nuestros pueblos son “beneficiarios” de servicios educativos. Ahora nuestros Pueblos no deciden sobre su propio proceso formativo; por ello se les impone un currículo ajeno a sus rasgos económicos y culturales: la educación se vuelve colonizante y ajena al saber (digamos tecnológico  y lingüístico) de cada Pueblo.
·         La educación como nexo que armoniza la formación en y para el desarrollo y cultura personales, locales, regionales, nacionales y universales. Actualmente la educación impone un modelo eurocéntrico de desarrollo y cultura. En el mejor de los casos, dicotomiza esas dos dimensiones.
·         La teleología educativa ligada a un enfoque humanista de Proyecto de Peruanos/as en el Buen Vivir. Actualmente el nexo es: “Educación –Tener el mérito de un “cartón” – Postular a un empleo – Ganar más – Para consumir más”. Un modelo de sociedad y civilización (en crisis) se impone en la actual educación.

Percibimos que estos paradigmas -que son constitutivos del modelo educativo peruano vigente- NO se están alterando. En este sentido, desde esta perspectiva no podemos hablar de que esté en marcha una “revolución educativa”.

EL PEN 

Los sectores populares aún no han establecido los contenidos de una revolución educativa; aunque sí han señalado principios y –de alguna manera- paradigmas socio-políticos, sin llegar a  establecer paradigmas pedagógicos. Tampoco hemos arribado a precisar operativamente los Resultados que se desean obtener con el sistema educativo: (a) Resultados de cobertura plena y sostenida; (b) Resultados de Calidad; (c) Resultados de pertinencia; y (d) Resultados de Equidad. De igual manera –desde los sectores populares-  no se han operativizado propuestas para alterar los factores que determinan y/o condicionan los Resultados deseables.

El llamado “Proyecto Educativo Nacional al 2021” (PEN) no se elaboró con enfoque popular, pero tampoco con enfoque neoliberal, como lo afirman algunos. El PEN no asumió una opción “clasista”; sino “policlasista” o “nacional”. Buscó reflejar una posición de los diversos grupos y clases sociales del país. El rasgo de “nacional” que se le puso no se le dio con criterio geográfico, sino político-ideológico  de asumir “todas las sangres”. Por eso, en el Programa inicial de “Gana Perú” se le asumió plenamente como la propuesta nacionalista de la Revolución Educativa; sin embargo, en el Programa se señala explícitamente que el PEN es el ”punto de partida” de la Revolución Educativa. Reconociendo que hay revoluciones que se iniciaron con enfoque “nacional” muchos aceptamos que así debería ser: Tomar el PEN como punto de partida y no como “punto de  llegada”. 

Desencadenado un proceso de cambio y con la práctica de poder en manos, necesariamente se debería avanzar hacia perfilar mejor un enfoque popular de la Revolución Educativa.

AVANCES SIN REVOLUCIÓN NI REFORMA

            Sabemos que actualmente las autoridades progresistas del Ministerio de Educación están asumiendo el PEN como “programa”. Pero lo hacen con dos rasgos: (a) El PEN como punto de llegada; y (b) Algunos elementos del PEN se ponen en marcha. Esto se desprende de un análisis del Presupuesto-Educación 2012, pero también de los  Pactos de Compromisos entre el Ministerio de Educación y los Gobierno Regionales. En estos documentos operativos se perfilan cambios, en el marco de un PEN recortado y apenas como punto de llegada.

Todo hace ver, entonces, que el modelo de educación no se ha puesto en cuestión. Algunas políticas escandalosas como la del Colegio Mayor tendrán continuidad. Ni siquiera el PEN como programa integral se pondrá en marcha. Las medidas de cambio que se perfilan en educación no llegan a constituir una reforma educativa.  

Sin embargo, no podemos negar avances en preparación: Mayor Presupuesto para educación, nueva polìtica en la DIGEBA, Comisión de anticorrupción, etc. Tampoco deben ser desechadas medidas como: la de “construir un marco curricular nacional y un currículo regional pertinente construido participativamente garantizando su calidad técnica” o la de logros de “aprendizaje de calidad con énfasis en comunicación, matemática, ciudadanía, capacidad científica y técnico productiva” (Pacto de Compromisos entre el MED y Gobiernos Regionales).

Importa, entonces, asumir como punto de partida estas medidas embrionarias de transformación y desde allí avanzar hacia una real revolución educativa. De lo contrario, esta última categoría será simplemente: un “flatus voci” (palabra vacía), un “dolce far niente” (no hacer nada de manera complaciente), un simple vocablo que oculta la incapacidad o quizás “el miedo que ya está venciendo la esperanza” de una verdadera revolución educativa.