Como sabemos el
Ministerio de Educación ha puesto en debate un Marco Curricular Nacional (MCN),
en cumplimiento de las políticas 5.1 y 5.2 del Proyecto Educativo Nacional.
Aunque no existe gran entusiasmo en el diálogo, se trata de un documento de
primer orden; por ello, importa analizarlo.
DESAFÍOS Y DILEMAS
El MCN se pregunta: ¿Cuáles son los desafíos y
dilemas de los peruanos del siglo XXI que interpelan al currículo? Señala y
analiza seis: (1) Desarrollo de la persona; (2) Desarrollo económico y
competitividad; (3) Equidad y justicia social; (4) Democracia y estado de
derecho; (5) Eficiencia, transparencia y descentralización del Estado; y (6)
Producción y desarrollo del conocimiento (MCN, segunda versión, pp. 6-12).
En realidad, los
desafíos establecidos son interesantes. Sin embargo, no llegan a constituirse
en finalidades educativas, sino que -por la generalidad cómo se exponen- casi
se quedan a nivel de principios: como contextos de referencia y no contextos de
transformación en la práctica educativa. Por ello, los interesantes desafíos
expuestos no devienen en fuente explícita de dónde se derivan los aprendizajes
fundamentales seleccionados (pp. 13-14), aunque se formalmente se diga que se ha
procedido así (p.13). Aún más, posteriormente no se establece cómo esos 8
aprendizajes y las competencias y capacidades que plantean permiten responder
con historicidad a los desafíos.
FINALIDAD IMPLÍCITA
En realidad, no se
postula una finalidad o finalidades explícitas de la práctica educativa y por
ello, el énfasis que se coloca está en el “logro de aprendizajes”.
Pero ¿de qué vale el
logro de aprendizajes si no se aplican, ni se orientan hacia el proyecto de
vida de los estudiantes o del país? En realidad, el MCN tiene una limitación
sustantiva: No explicita la finalidad educativa que sirva de norte de todo lo
que se aprende.
No basta la
formalidad de postular un “currículo por competencias”, cuando simplemente se
postula el “conocimiento del cómo hacer o actuar”. A la larga se mantiene un
engañoso modelo cognitivo que se queda en focalizados “logros de aprendizaje”,
sin establecer el para qué lograr aprendizajes, en la práctica concreta de
nuestro Pueblo.
EXPLICITAR FINALIDAD
Importa recordar que
uno de los teóricos más importantes acerca del currículo fue el norteamericano
Ralph Tyler. Él sentó las bases para concebir el currículo como un conjunto de experiencias de aprendizaje que los
estudiantes obtienen como producto de la planificación, orientación y
supervisión en la escuela. Pero, los aprendizajes logrados no quedaban
aislados. Se orientaban hacia determinados fines
educativos, en la histórica práctica humana.
Bien sabemos que la
finalidad se cumple al término de un proceso; sin embargo, ella se fija al
inicio del proceso y tiñe todo el proceso (“finis est primus in intentione,
ultimus in executione”). La determinación de la finalidad es central en toda práctica humana, como la del establecimiento de la orientación formativa de los pueblos. Por ello, los grupos de poder guardan celosamente su autonomía
para señalar los fines educativos y curriculares. Gimeno Sacristán dirá:
“El
currículo es un texto que representa y presenta aspiraciones, ideales y formas
de entender su misión en un contexto histórico muy concreto, desde donde se
toman decisiones y se eligen caminos que están afectadas por las políticas
generales, las económicas, la pertenencia a diferentes medios culturales, etc.
Lo cual evidencia la no neutralidad del contexto para el texto y el origen de
desigualdades entre individuos y grupos” (1).
Procesos de enseñanza
y de aprendizaje que se quedan en la intrasubjetividad
(logros de aprendizaje) ni siquiera tienen sentido para los teóricos del
sistema hegemónico. En términos estratégicos, la finalidad educativa se
plasma en el Saber Objetivado, pero al mismo tiempo, ella pre-condiciona la
selección, organización del Saber objetivo y del mismo Saber subjetivado.
Cuando no se
explicita la finalidad social del currículo, entonces, se está asumiendo que simplemente ella corresponde
a la simple reproducción y/o mejoramiento del modelo de sociedad vigente. Es el
caso de la propuesta del MCN. Al no explicitar su finalidad orientadora, no
solamente deja sin rumbo el logro de aprendizajes, sino que la misma selección
de competencias se hace sin una estrategia de proyecto de vida de los
estudiantes y de país.
Hoy que en el Perú se quieren hacer grandes construcciones escolares, hay que recordar que -de alguna manera- la orientación del currículo determina también el tipo de infraestructura educativa que se quiere construir Cuando durante el Gobierno de Odría se construyeron Grandes Unidades Escolares, con talleres y hasta comedores, detrás de esas construcciones existía una explícita finalidad educativa y curricular.
Por todo lo dicho, sugerimos
explicitar la finalidad de la propuesta curricular. En todo caso, precisar los
resultados concretos que buscamos conseguir con los aprendizajes logrados en la
Educación Básica.
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(1) GIMENO SACRISTÁN, José, compilador (2010). ¿Qué hay de nuevo en las competencias? Madrid, Ediciones Morata, p.
15.
la verdad que la fundamentacion es buena, sin embargo se pierde en el cuerpo del mismo documneto las conexiones con la misma, comparto la idea con formar una cultura investigativa desde el nuivel incial, saludos maestro desde Jaen
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